El ex presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva está preso en la cuarta planta del edificio de la Superintendencia de la Policía Federal de Curitiba (Paraná) cumpliendo condena de 12 años y un día por el escándalo de corrupción en el marco del caso Lava Jato.
Medios brasileños y mundiales han descrito las condiciones carcelarias del mayor líder de la historia de Brasil.
Se mantiene en una celda de 15 metros cuadrados completamente aislado del resto de los presos. Le permiten dos horas de sol diarias en el patio, pero solo.
“Todos los miércoles podrá recibir la visita de familiares de primer y segundo grado, y sus abogados podrán reunirse con él en cualquier momento”, señalan las agencias internacionales.
Lula llegó a prisión el pasado sábado alrededor de las diez de la noche convirtiéndose a sus 72 años en el primer ex presidente del país preso por un delito común.
No quiso comer, tan sólo descansar. Pasó casi 48 horas sin dormir en el Sindicato de los Metalúrgicos de San Bernardo, donde se reunió con sus adherentes para despedirse, y desde donde sus abogados negociaron hasta última hora su no ingreso a la cárcel.