Danitza Rivas Lagos, tiene 27 años, casada, madre de dos hijos; es la única mujer que opera un microbús de la Línea 3 (Agronomía El Tejar) en Chillán.
El camino de Danitza hacia el volante no fue inmediato. Confiesa que al principio sintió miedo porque solo había manejado automóviles y el cambio a un vehículo más grande implicaba una mayor responsabilidad. Sin embargo, el impulso decisivo vino de su padre, Claudio Rivas, quien tiene una larga trayectoria en la locomoción colectiva local.
«La verdad es que fue un hombre que me impulsó a realizar este trabajo, que es mi papá», explica Danitza. Claudio, su figura de apoyo y actual encargado de algunas máquinas de la Línea 3, le brindó su confianza y le facilitó el vehículo, convirtiendo este desafío personal en un emprendimiento familiar. Es un trabajo que, aunque no es «relajado», le gusta y le apasiona, siguiendo una tradición que la familiarizó con el ambiente del transporte desde pequeña. También destaca la figura de su abuelo José Lagos y su tío del mismo nombre que también trabajan en la línea 3.
En la empresa, son cuatro mujeres, la mayoría en labores de control, frente a unos 25 a 30 hombres choferes.
No es menor su incursión, en un rubro donde solo el 16.1% de la fuerza laboral en el sector de Transporte es femenina a nivel nacional. Esto pone de relieve el objetivo de ir reduciendo las brechas de género en una actividad históricamente masculinizada.
Esta distinción viene muchas veces con una carga de prejuicio y curiosidad. Cuenta que hace siete meses que maneja la micro y si bien la recepción de sus compañeros fue buena en su primer día al volante, la reacción de los pasajeros, especialmente de los hombres, fue de temor y desconfianza. «Hay algunos que se suben como con miedo», relata. Por el contrario, las mujeres a menudo la apoyan, felicitan y hablan con ella.
El prejuicio masculino, que asocia el dicho «mujer al volante peligro constante», se enfrenta a la realidad de la ruta. Algunos adultos mayores suben con temor, pero al bajarse le confiesan en tono de broma que se sorprendieron de haber llegado bien, un comentario que, aunque ligero, revela la barrera inicial que ella supera diariamente con profesionalismo.
Desafíos y Horarios: Conciliación y Proyecciones
Danitza trabaja solo los fines de semana, generalmente en horarios extensos que van desde las 7:30 a.m. o 8:30 a.m. hasta las 20 o 21 horas, en un recorrido desde Chillán Viejo a la villa Emmanuel. Este esquema le permite equilibrar la exigente labor con su rol de madre. Ella prefiere no trabajar en la semana para priorizar el cuidado de su hija más pequeña, contando con la ayuda de su marido para conciliar los turnos del fin de semana.
En términos de equidad, Danitza no ha notado diferencias en sueldos o turnos en su línea, ya que la remuneración, tanto de hombres como mujeres, es un porcentaje que se gestiona a través del sistema de pago de la tarjeta Bip!. Esto se da en un contexto donde la brecha salarial promedio en Chile se mantiene, con un ingreso medio de las mujeres que puede ser entre 20% y 33% menor al de sus pares varones.
Danitza tiene planes ambiciosos. Su próxima meta es sacar la licencia para manejar buses y seguir capacitándose y creciendo en el rubro, lo que demuestra una vocación que, junto a la estabilidad laboral, son las principales motivaciones de las mujeres en el sector.
Cuando se le pregunta qué falta para que más mujeres tomen el volante en este sector masculinizado, Danitza es clara: falta que se atrevan.
Según su experiencia, lo que se necesita es más apoyo y confianza de los hombres hacia la capacidad femenina. Ella misma superó el temor inicial de que conducir un vehículo grande sería difícil: «Yo lo veía difícil porque era algo más grande, pero no es nada del otro mundo», concluye.
Danita Rivas Lagos demuestra que el motor que realmente impulsa el progreso no tiene género. «Estoy contenta con lo que hago», afirma, forjando su propio camino al volante y redefiniendo el paisaje laboral del transporte chillanejo.






